Los ataques especulativos de ejecución aún persiguen a Intel, mucho después de que los investigadores le dijeron a la compañía cómo solucionar.
En los últimos dos años, ataques como Spectre, Meltdown y variantes de esas técnicas, todos capaces de engañar a una amplia gama de procesadores para que tomen datos confidenciales, han demostrado lo difícil que puede ser proteger un chip. Pero una cosa es que una empresa como Intel se esfuerce por solucionar una vulnerabilidad, y otra muy diferente cuando no actúa en una de esas fallas durante más de un año.
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